Llevar un negocio desde hace 35 años no es tarea fácil, pero en boca de Rosa suena como lo más sencillo del mundo. Fundada en 1986 como confitería y panadería, esta tienda de La Calzada ha sabido reinventarse y convertirse en uno de los comercios de proximidad más famosos del barrio. Y es que no es de extrañar, pues la cercanía con la que Rosa te recibe al entrar por la puerta de su tienda hace que te sientas como en casa.
Escuchar y acercarse
Que el cliente siempre tiene la razón es algo que hemos escuchado hasta la saciedad (aunque no siempre sea cierto) pero en este caso no está de más repetirlo pues, desde sus inicios, Rosa ha sabido escuchar muy bien las demandas de su clientela, adaptándose a las necesidades de esta y dando un giro radical a su tienda hasta convertirla en uno de los comercios más emblemáticos y reconocibles de La Calzada.
Cercanía y cuidado, sin parar
La dedicación de Rosa por su tienda y la gente que acude a ella es admirable y es que no podría ser de otra manera. Trabajando en este pequeño establecimiento desde muy jóven casi todos los días del año, Rosa ha sido testigo de la evolución y crecimiento del barrio y de cómo La Calzada se ha convertido en una ciudad dentro de otra.
Además, Rosa también ha sido partícipe del paso del tiempo y el cambio del barrio, viendo a diferentes generaciones crecer y cambiar, a niños hacerse adultos y tener sus propios hijos o a comercios que cierran para abrir nuevas tiendas.
Aunque, como ella dice, “cada vez queda menos” para que su tienda sea una de esas que cierra dado que los jóvenes buscan otro tipo de trabajo, es inevitable no sonreír cuando la oyes saludar a los clientes o preguntarles “¿qué te pongo?” con ese cariño propio de la gente de un barrio que, a pesar de ser grande, no deja de lado la cercanía.